Con las magistrales actuaciones de Demián Bichir y Héctor Bonilla, este filme recrea cómo la cotidianidad de los empleados de una oficina de gobierno se trastoca de manera catártica bajo los escombros, luego del sismo del 19 de septiembre de 1985
Sismo de mil novecientos treinta y uno en Oaxaca: La mitad de la ciudad fue destruida, la gente vivía en las calles ante los severos daños en casas, iglesias y edificios públicos. Los daños en el cementerio de San Miguel, al oriente de la ciudad, llevaron a incinerar los restos expuestos de las víctimas del cólera morbus que habían fallecido en la epidemia de la década de 1860; entre esos restos estaban los de Macedonio Alcalá, autor del vals Dios nunca muere, considerado himno regional de los oaxaqueños. Hay referencias acerca del río Atoyac que se secó durante un tiempo. En fotos e imágenes de esos días se aprecian siluetas sombrías, mujeres cubiertas con oscuros rebozos, miradas perdidas, soldados en labores de rescate sin dejar su rifle.
El célebre cineasta ruso Sergei Eisenstein fue testigo de los terremotos de Oaxaca. Gracias a él existe registro fílmico del sismo de 1931. No se pierdan estos documentales sobre el terrible acontecimiento.
A lo largo de la historia, durante las guerras el alcohol se ha usado como anestésico, estimulante, relajante y para fortalecer el espíritu del combatiente. Cuando el amor a la patria o la defensa de ciertos principios políticos no ha sido suficiente para darse el valor de entrar al campo de batalla, el miedo se ha quitado con el trago, el llamado “coraje líquido”, al grado de llegar en ocasiones a la embriaguez cotidiana en plenos conflictos bélicos. Si, como se ha dicho, no hay “guerra sobria”, y el imperio británico no se podría entender sin el ron, ni el ejército ruso sin el vodka, tampoco se comprendería la guerra de independencia de México sin el mezcal, el aguardiente o el pulque.
Casi podría asegurarse que el presidente Porfirio Díaz, apenas vio nacer el siglo XX empezó a cavilar un plan para celebrar las fiestas del Centenario. Díaz estaba seguro de que el país había dado un salto, aun cuando seguía siendo eminentemente agrícola. Era evidente el auge producido por la exportación de minerales. Las vías construidas desde su ascenso al poder habían pasado de 670 kilómetros a 19 mil y estaban en funcionamiento cerca de 70 mil unidades mecánicas-textiles. Sin embargo, no todo eran cuentas felices, México recién comenzaba a planear su producción acerera, mientras que los Estados Unido, Alemania, Inglaterra y Francuas producían 16 millones de toneladas, referencia obligada para medir el índice de desarrollo de cualquier país en esa época.
A doscientos años del revolucionario ideario político de Morelos
Morelos redactó dos documentos en los cuales se sintetiza su ideario político: el Reglamento del Congreso y, por supuesto, los Sentimientos de la Nación.
Gobernar en tiempos de guerra: los virreyes de Nueva España que enfrentaron la insurrección
Apodaca ascendió en la política a la par que hacía carrera en la Real Armada Española, de la que llegó a ser capitán general. En 1812 fue nombrado gobernador de Cuba y en septiembre de 1816 virrey de Nueva España. Después de renunciar a este último cargo, partió a Madrid y allí permaneció hasta 1823. Luego se le encomendó volver a La Habana para preparar la reconquista de México, pero su mala salud se lo impidió. A su regreso a España se le encargó la misma misión, pero el proyecto nunca se materializó. En 1826 fue nombrado consejero de Estado y el 1 de mayo de 1830 se le promovió a la dignidad de capitán general y director de la Armada española.
Gobernar en tiempos de guerra: los virreyes de Nueva España que enfrentaron la insurrección
Calleja se inició en las armas desde muy joven. Participó en la fracasada expedición española contra Argel (1775), en la reconquista del Puerto de Mahón (1782) y en el asedio a Gibraltar (1779). Llegó a Nueva España en 1789, acompañando al segundo conde de Revillagigedo, y se convirtió en uno de los principales jefes militares del virreinato. A su regreso a España en 1818, fue honrado con el título de conde de Calderón y nombrado caballero gran cruz de las órdenes de Isabel la Católica y San Hermenegildo.
Gobernar en tiempos de guerra: los virreyes de Nueva España que enfrentaron la insurrección
Francisco Javier Venegas inició su carrera militar al despuntar el siglo XIX, durante la resistencia española a la invasión napoleónica; participó en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808) y fue derrotado por los franceses en la de Uclés (13 de enero de 1809). A principios de 1810 fue nombrado gobernador de Cádiz, donde se encontraba la sede del gobierno español que resistía a la ocupación francesa. Poco después fue nombrado virrey novohispano. A su regreso a España fue recompensado por Fernando VII por sus servicios, concediéndole los títulos de marqués de la Reunión y de la Nueva España.
La violencia y el terror que se vivieron en la Independencia de México
En la toma de la Alhóndiga de Granaditas, en septiembre de 1810, se conjuntaron casi todas las expresiones de la violencia insurgente: asedio y toma de la ciudad de Guanajuato, masacre de gachupines y criollos, robo y pillaje.